El apagón tech: error de CrowdStrike deja a millones en 'pantalla azul'

julio 22, 2024

No hay sistema, joven
El viernes hubo un apagón informático que puso a pedir cacao a sectores como la aviación, los bancos, los centros de salud y las telecomunicaciones a nivel mundial. Es el mayor fallo de este tipo en toda la historia. Curiosamente, aquí que estamos acostumbrados a los apagones, no hubo mayores problemas. Puede que una computadora aquí y otra allí haya mostrado la famosa pantalla azul de repente, pero nada a nivel de telecomunicaciones o el 9-1-1 o algo así.

¿Y qué fue?
Lo primero es que no fue un ataque de hackers ni nada por el estilo. Todo fue por una actualización dañada de un software que se llama Falcon, desarrollado por una empresa de ciberseguridad que se llama CrowdStrike. Esto lo usa Microsoft para protección contra malware en los sistemas operativos Windows. La actualización tenía un error que provocaba que saliera la «pantalla azul de la muerte».

CrowdStrike encontró el problema rápido y lanzó una solución, pero había que reiniciar manualmente cada dispositivo en modo seguro (en muchos casos hasta 15 veces), y por eso tardó mucho en resolverse. Se estima que unos 8.5 millones de aparatos sufrieron el problema a nivel mundial. Eso es menos de un 1% de todos los dispositivos Windows, porque nada más afectó a los que usan el sistema de nubes Azure.

Un 1% es más que suficiente
Eso es relativamente poca cantidad de dispositivos, pero fue más que suficiente para provocar un caos mundial. Muchos bancos y sus sistemas de pago se cayeron, algunos hospitales tuvieron que cancelar cirugías y procedimientos, y hasta algunos servicios de emergencia se quedaron en el aire.

Pero el sector que más sufrió fue la aviación: solo en EE. UU., se retrasaron más de 31 mil vuelos y se cancelaron más de 3600. Como los vuelos cancelados provocan un efecto dominó, esta es la hora en que todavía no se han normalizado todas las operaciones aéreas.

Tan fuerte, pero tan débil
Este apagón mostró una realidad incómoda sobre nuestra infraestructura tecnológica, y cómo el mundo se pudiera ir a pique por un simple fallo. Una de las lecciones aprendidas es que hay que hacer pruebas suficientes antes de hacer cualquier actualización de software de ese tamaño. Otra es que depender de un único proveedor —en este caso Windows— deja a los sistemas sin un plan B. Y además, dejó claro que hay que tener mecanismos de seguridad y de contingencia ante desastres de este tipo.

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